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El DirCom y la inteligencia colaborativa

La inteligencia colaborativa en la gestión de los intangibles, y en particular en el campo de la comunicación, es un sistema de gestión para la ‘fabricación’ de inteligencia focalizada en un objetivo concreto, al servicio de una organización y de un proyecto determinado, y gestionado por el DirCom.

¿La inteligencia colaborativa es un fenómeno nuevo, es una moda, es una tendencia irreversible...? La inteligencia colectiva y la inteligencia colaborativa han existido desde siempre. Pero en una era como la actual, marcada por las crisis y la intensidad competitiva en muchos sectores, y por los soportes de las nuevas tecnologías, se han abierto camino algunas tendencias que ponen en marcha una gran profusión de principios y desarrollos colaborativos entre ciudadanos, entre consumidores, entre empresas y entre profesionales. Estas tendencias ofrecen diversos modelos de trabajo que son aplicables por el DirCom, y sin duda se empezarán a experimentar con más intensidad en su área de actividad en los próximos tiempos, pero ya se están desarrollando con cada vez mayor profusión en otros campos, como en el management y la creación de nuevos modelos de negocio, en la educación, en el marketing, en las experiencias de consumo compartido y colaborativo, en el periodismo ciudadano, en innovación social, en „urbanismo 2.0‟, e incluso en desarrollos actuales de inteligencia artificial que se basan en la „robótica colaborativa‟ o „de enjambre‟. Desde hace unas décadas (antes de la era de Internet) ya se venían produciendo importantes fenómenos de transformación sociocultural y de empoderamiento de los públicos (empleados, clientes, consumidores, ciudadanos...). Pero ahora se está dando un verdadero salto cualitativo a partir de la revolución actual de la era digital, de la sociedad conectada y en red: lo que se ha creado es un escenario completamente nuevo, que impulsa la eclosión de todos estos fenómenos, tendencias, soportes tecnológicos y herramientas de gestión, filosofías de trabajo, experimentos de todo tipo, y también prolíficos esfuerzos de conceptualización, en el terreno de la inteligencia colaborativa.

Pero existen prédicas fundamentalistas que socavan la apuesta por la inteligencia colaborativa en la comunicación.

Hoy en día las organizaciones más avanzadas no consideran al empoderamiento de los públicos internos y externos como una amenaza, sino como una oportunidad para aprovechar su experiencia y su inteligencia, e incorporarlas en los procesos de planificación, innovación y gestión. 1 Sin embargo, y de manera paradójica, en estos últimos años se han puesto de moda dos tendencias ideológicas aparentemente antagónicas, que en la práctica se complementan para minar la credibilidad de la inteligencia colaborativa: Por un lado, están los que sostienen que para la planificación, la innovación y la comunicación eficaz no merece la pena escuchar a los públicos, porque mienten o se mienten a sí mismos, porque sus motivaciones y prejuicios son inconscientes, porque están atrapados en esquemas mentales del pasado, etc. Los que predican esto, independientemente de la veracidad de sus premisas, no asumen que pueda existir alguna inteligencia aprovechable en los públicos. Por otro lado, están los predicadores que sostienen que la masa inmensa de todo lo que se amontona espontáneamente en Internet: no solo ensayos de supuestos expertos, sino también frases, pensamientos breves y opiniones fragmentarias de cualquiera sobre los más diversos asuntos, incluidas las frivolidades, prejuicios... que todo eso produce por sí mismo, simplemente gracias a su gran volumen, una inteligencia superior por definición. Predican que la cantidad es mucho más inteligente que la calidad. Esta creencia retoma ahora, bajo un ropaje tecnológico, la mística de la Noosfera de principios del Siglo XX. Además, dentro de esta línea de pensamiento, se afirma que esa inteligencia colectiva es accesible de forma directa y automática aplicando algunos artilugios tecnológicos que supuestamente permiten no tener que escuchar a la gente ni pedir su colaboración en relación a proyectos concretos del DirCom. Frente a estas posiciones es interesante reforzar la apuesta por la inteligencia humana, que es el verdadero fundamento de la inteligencia colaborativa en el mundo de la comunicación. La inteligencia colaborativa no se „fabrica‟ con una inteligencia autónoma de herramientas tecnológicas, sino con la inteligencia de personas que programan, parametrizan, analizan e interpretan lo que se puede obtener con los diversos soportes analógicos y digitales. Se trata de apostar por la planificación y gestión de procedimientos de colaboración entre expertos, directivos y públicos implicados (sin que ninguno de ellos renuncie a su propia inteligencia por delegar pasivamente en la de los otros actores o, peor aún, en la de los programadores de herramientas técnicas), para producir inteligencia al servicio de proyectos concretos del DirCom.

¿Es lo mismo inteligencia colaborativa que inteligencia colectiva?

La inteligencia colaborativa no es sinónimo de la inteligencia colectiva. En diversos ámbitos se producen fenómenos espontáneos denominados “sistemas emergentes”, en los que la interacción entre grandes cantidades de individuos produce la emergencia de un nivel de inteligencia colectiva que es diferente, „superior‟, y que responde a otras reglas de juego distintas a las de las inteligencias individuales de sus componentes. Sin embargo, ese fenómeno no es generalizable. A pesar de las capacidades tecnológicas actuales, es evidente que la masa de contenidos producidos por la gente en internet y las redes sociales no 2 es por sí misma necesariamente inteligente, ni es aplicable en forma directa a las estrategias concretas de comunicación en las organizaciones. Para desarrollar su trabajo en el paradigma de la inteligencia colaborativa el DirCom necesita utilizar procedimientos diseñados para escuchar a sus públicos, puesto que escuchar a los interlocutores en el día a día, gestionar la conversación en las redes sociales, la escucha espontánea, la escucha funcional... no son suficientes para articular la inteligencia de los públicos en la comunicación. Para crear inteligencia colaborativa es necesario aplicar una escucha instrumental. La inteligencia colaborativa producida por el DirCom no es espontánea ni es peer to peer, sino gestionada intencionalmente mediante la aplicación de procedimientos y herramientas concretas. Por cierto, hay que evitar caer en el error, muy común, de creer que la inteligencia colaborativa es un paradigma exclusivo de la era digital y soportado únicamente en las nuevas tecnologías. Los procedimientos y herramientas para la producción de inteligencia colaborativa son analógicos, digitales y mixtos. En la actualidad generalmente son mixtos. Y seguramente también seguirán siendo mixtos en el futuro.

Comentarios (1)

  • José Carpio

    Excelente artículo recogido por ustedes, gracias por compartir con el público lector temas de tal importancia; sigan adelante.

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